
ANTES DE DORMIR
Cumplo el ritual de cada noche
Con cierta indolencia serena
Autómata ante ese fiel espejo
Que no cesa jamás su soliloquio
Hablando sin descanso y a su antojo
Lo que sabe de mi ser,
Aunque reconozco que es discreto.
A nadie que no sea yo, va con el cuento.
Hoy tienes bolsas bajo de los ojos,
Me dice, están violáceas, continúa.
Me veo en él con indiferencia.
Sí, le digo, pero son pasajeras.
Mañana, después de que esta noche duerma,
Habrán desaparecido por completo.
No, me replica.
Le escucho, porque continúa su observación
Implacable, pues él no puede mentir:
Además hay muchas nuevas arruguitas
En el contorno de tus labios, ojos,…
Los veo y sí, ahí están delatando mi edad.
Que importa, si el maquillaje oculta
Tanta cháchara del tiempo,
Le digo con sarcasmo, retándolo.
Que tal si en lugar de cubrir esas realidades
Me dejas ver más adentro de tu cara,
Sabes que también ahí puedo yo entrar…
Le miro en absoluto silencio, fijamente,
Sintiendo su penetrante mirada hasta mi alma
Que se ha vestido con mis ojos.
Nada me importan los murmullos del tiempo
Ni que manifieste su paso en tu rostro,
Es algo que no me hiere ni me inquieta.
Cada día, lo bendigo antes de dormir
Agradecida del regalo de haber vivido,
De haber tenido unas horas de aprendizaje,
Entre la risa, la felicidad, el dolor y el llanto;
Que cada día trae su propio encanto.
Así le habla mi alma a mi espejo fiel:
No tengas temor de continuar hablando,
Es tu rol decir siempre la verdad.
Para ello, a mí, Dios me ha otorgado
Sabiduría suficiente para escucharte siempre
Y agradecerte tu sinceridad.
Me voy a dormir y ese espejo queda en silencio,
Mientras sobre mi cama mi cansado cuerpo
Reposa suavemente y el sueño llega
Para transportarme a ese mundo incomprensible