viernes, 16 de octubre de 2009


EL RAMO DE FLORES

Tocaron a la puerta. Ella abrió. Aquel hombre estaba ahí. No pronunció una palabra. La miró. En sus manos un hermoso ramo de flores. Ella también lo miró. Sus ojos interrogantes diciendo sin palabras “¿Qué haces aquí?”. Sus ojos inquietos: ¿Un segundo? ¿Dos? Finalmente pudo decirle: “Buenas tardes”. Los labios de él temblaron. Balbució: “buenas tardes”. Siguió ahí, con las flores en sus manos. ¿Otro segundo? ¿Dos más?

“Pasa” le dijo ella con temor. Entró y continuó mirándola a los ojos.
“Solo quiero decirte que te extraño…” Y extendió las flores hacia ella. “Son lo que se me ocurrió traer al decidirme venir a verte”. Sus ojos, brillantes, temerosos, se quedaron fijos en los ojos de ella. “Yo también… mucho”. Respondió ella con suave y anhelante voz. Tomó en sus trémulas manos el ramo de flores. “Están preciosas” balbuceó. “Gracias” añadió.

La miró largamente… Un impulso sin control los fundió en un abrazo. Ella sollozó. El la apretó más fuertemente entre sus brazos, como queriendo ser uno con ella. “Te extraño” repitió. “Mi vida se derrumbó”. Ella con voz tierna y queda le respondió: “Si, lo se”. “No puedo reparar el daño que mi egoísmo te ocasionó… Y necesito tu perdón” —La seguía viendo, ahora con desesperación.

“Te perdoné hace mucho tiempo. Te perdoné con mi corazón. ¿Qué puede hacer una mujer aún contra la voz de la razón, cuando el amor está dentro?

“Te amo” dijo él. “Yo también” le respondió ella. El tiempo seguía transcurriendo y un reloj monótonamente lo marcaba con su péndulo.

“Adiós”. —Su voz era vacía.
“Que te vaya bien”. — ¿Qué otra cosa podía ella decir cuando ya la vida cruelmente los había separado para siempre? Le dio un suave beso en la mejilla. “Te amo”. Dijo en un susurro. “Te amo” le respondió ella con una voz llena de ansiedad.

Puso las flores en un jarrón de cristal que repentinamente resbaló de sus manos, estrellándose en mil pedazos en el piso. Despertó y lloraba.
DORIS STREMS

LLANTO DE MUJER

Todas lloran igual y por la misma causa. Lloran el dolor que sienten al perder una parte de su vida, una parte de si mismas. Ese llanto tiene el mismo sentimiento, la misma música de duelo compartido, que estremece a quien lo escucha con el corazón. Son todas y son una sola, en interminable llanto. No acaba jamás. Crece día a día. Más de las mismas lágrimas. La mujer es cada día más grande por el llanto que derrama. Son muchas mujeres llorando. Pero al final, yo veo una sola.

La misma que es esposa del chofer es la misma que es la madre de su hijo huérfano; la que es madre del chofer y madre del policía abatido en una estùpida persecución de delincuentes armados un millón de veces mejor que él; la hija del chofer, del policía, del asaltado por un celular, por un vehículo, por una computadora, por cualquier objeto vendible en el mercado de la inmoralidad y la desvergüenza colectiva. La misma mujer que llora por uno y por otro. La misma mujer que llora por las pequeñas hijas ultrajadas y asesinadas. Una sola mujer llorando día tras día. No cesa el llanto de mujer en este país que se está disolviendo en una bruma que oculta el miedo de vivir en él. Que nos transforma en seres abstractos, impersonales, como robots sin sentimientos por el prójimo, sin sentimientos ni por una misma. Porque nos vamos convenciendo que la vida no vale nada, que solo somos mujeres. Que la mujer tiene que llorar. Que es su destino. Y nos acostumbramos a no sentir dolor por el llanto de mujer. No comprendemos que es finalmente nuestro propio llanto.

DORIS STREMS
15 OCT 09



Me conmovió la fotografía de prensa de hoy de la familia del joven que murió en la manifestación del lunes 12 de octubre. Sentí que quería expresar de alguna forma esa escena de mujeres llorando sobre el féretro. No todas las mujeres llegan a la primera página del diario… Esto que escribí es como una pequeña oración…